Entorno donde apareció escrita por primera vez “Calzada” como nombre propio |
Como anteriormente hemos comentado la primera aparición escrita de Calzada como nombre propio, la encontramos en el Becerro Gótico de Valpuesta. Este cartulario agrupa "205" documentos o cartas, de los cuales 27 son repetidos. Fechados entre los años "804 al 1200" y escrito en su mayoría en letra visigótica, donde se aprecian elementos lingüísticos del primitivo castellano, del cual es reflejo la palabra calzata “calzada”. Estos documentos corresponden a parte de la actividad del antiguo Monasterio de Santa María de Valpuesta, que llegó a ser sede del obispado valpostelano, y que en la actualidad es la iglesia parroquial del pueblecito de Valpuesta, situado al norte del valle de Valdegovía, perteneciente al ayuntamiento de Berberana, al norte de la provincia de Burgos y colindante con la de Alava. Dos de estos diplomas son fundacionales, fueron suscritos por el obispo Juan y el rey Alfonso II en el año 804. Uno corresponde a la apresura que realiza al fundar el monasterio por el abad Juan y sus compañeros y el otro es la confirmación que hace el rey Alfonso II y su consejo sobre la posesión que había adquirido en la apresura. En ambos, entre otras declaraciones, se establece los límites de dicha apresura, mencionando el lugar de Calzada como uno de sus mojones hacia el poniente. Esta aparición nos indica, sin lugar a dudas, la preexistencia en aquella época de un núcleo urbano conocido como Calzada. Este lugar coincide totalmente con el actual pueblo de Calzada en el Valle de Losa en la provincia de Burgos (España).
Para el espacio que actualmente identificamos como el origen del castellano, en el que se enclava nuestro Calzada, correspondió a la etnia que los romanos denominaron primero Varduli, y después Vardulos, y que al final conoceríamos como Bardulia. Esa Vaduli tenia en un tiempo, según Tovar deduce de Ptolomeo, como etnias limítrofes al noroeste a los Caristi, al suroeste a los Autrigones y al este a los Vascones. Por el sur haría frontera el rió Ebro a cuya orilla opuesta y derecha, estarían establecidas las etnias de los Berones y Arevaci. Por el norte contemplarían el mar Cantábrico. Con la entrada de los godos en la península y el derrumbarse del aparato político romano, los visigodos crearon una nueva distribución provincial, los ducados, apareciendo una nueva entidad el ducado de Cantabria, cuyos límites nada tenían de común con la Cantabria preromana y mucho menos con la actual. Una vez que el rey visigodo Leovigildo en el año 574 sometió a las etnias indómitas del área del alto Ebro, norte de la provincia de Burgos y gran parte de la actual Rioja, zona toda ella que en esta época era conocida como Cantabria, y que en los años anteriores había gozado de una completa independencia bajo el control de una poderosa aristocracia fundiaria de origen tardorromano. En esta área se hallaba comprendida nuestra Bardulia, que a pesar de lo dicho no perdió su nombre, subsistiendo hasta las primeras contiendas con los árabes. La concentración de fuerzas militares visigodas destinadas a la vigilancia de los vascones mandadas por un “dux prouintiae” , que tenia en Amaya su capital, dio origen a esta nueva provincia de Cantabria. Pero los “poetas-cronistas” árabes instalados en la península Ibérica la llamaron al-Qila (los Castillos), apelativo con que los escribas en árabe la designaron siempre, y por afinidad, los cristianos dejaron de llamarla Vardulias “in Uarduliense prouintiam” (año 843) y en el correr del siglo IX denominaron Castella y romanceándola la llamaron Castilla, cuando rebasó los estrechos límites de la primitiva comarca llamada Castella Vetula, vino a cobijar bajo su denominación todos los territorios integrados dentro de la jurisdicción del condado de Castilla, cuyo conde gobernaba desde el mar Cantábrico al norte hasta las últimas tierras repobladas en el sur frente a los musulmanes. Pero hubo un tiempo en el cual su densidad poblacional bajó mucho en el área que comentamos por efecto del hambre (malas cosechas) y los ataques sarracenos, que produjo el repliegue de parte de la población. Pero la política de desertización que efectuó un rey astur, Alfonso I (739-757) en la cuenca del Duero y parte de la Rioja, trasvasó parte de esta población a nuestra Bardulia repoblándola, tal como se lee en las viejas crónicas tanto árabes como alfonsinas, la Rotense y la Ad Sebastianum: “por este tiempo se pueblan Asturias, Primorias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza y las Vardulias, que ahora se llaman Castilla y la parte marítima de Galicia”, esta gente estaba compuesta mayormente por hispanogodos, godos y beréberes que retomaron su fe cristiana. Este rey que era hijo de Pedro Duque de Cantabria y la hija de Pelayo, Ermesinda, transformó el pequeño reino nacido de Covadonga, que solo abarcaba las Asturias, ampliándolo a lo largo y ancho de la cornisa cantábrica, englobando Galicia al occidente y Alava con parte de la Rioja al oriente. Para la defensa de esta frontera oriental, los sucesivos reyes edificaron muchas torres y castillos en Bardulia y en parte de Alava, en los angostos pasos y desfiladeros y en las alturas que vigilaban los valles. No es de extrañar que reedificarían torres del tiempo de los romanas y de los visigodos, y que estos construyeron para la vigilancia de sus caminos. Estas defensas con la que las aceifas árabes se toparon, hicieron que los cronistas de sus batallas “triunfos y derrotas” apodaran a este terreno como el de los castillos “al-Quila”.
El reino Astur hacia el año 850 con los condados de Castilla y Alava
y hacia el año 882
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